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Poneos cómodos que empezamos.
Eva y Esther
El historietista argentino Ricardo Siri, más conocido como Liniers, contó que en una ocasión le había pedido a Quino que le hiciera un dibujito en un cuaderno de bocetos que llevaba. Era una persona a la que admiraba por razones obvias y nunca había tenido oportunidad de hacerlo. Y así fue hasta el día en el que ambos se encontraron compartiendo mesa y mantel en Barcelona con motivo de Sant Jordi. Era el momento perfecto pero, cuando se atrevió a pedirle aquel dibujo, el mendocino le soltó un lapidario:
- ¿Para qué?
- Pues tenés razón, ¿para qué? ¿para qué? — Liniers sonrió, guardó su librito y acto seguido pensó: ‘seré idiota’.
Yo nunca he sido de pedir autógrafos o fotos a gente famosa o a la que admire. Seguramente se deba a que no me gusta molestar y porque, en cierto modo, también pienso como Quino: ¿para qué? ¿para qué quiero yo guardar un pedazo de papel con una simple firma? Pues bien, donde dije digo, digo Diego porque mi pensamiento cambia si se trata de ir a la Feria del Libro a que te firmen uno.
Hace un par de años me regalé Otro libro de fútbol de Enrique Ballester y, casualidades de la vida, el sábado estuvo firmando ejemplares en la caseta de la editorial Libros del KO como previa a su partido con La Cervantina.


Por aquel entonces ya le dije que ‘ojalá algún día pudieran firmármelo Eva y Esther’, en un claro guiño a uno de los artículos que había escrito para la Revista Líbero y que es uno de mis favoritos. Durante todo el día estuve imaginando e idealizando la conversación que iba a mantener con él. Cómo le iba a saludar, qué le iba a decir y qué guiños al podcast le podía hacer, todo ello para parecer tremendamente ingenioso y causarle una grata impresión. Del ‘¿cómo estás Enrique Ba-lles-ter?’ a preguntarle por Buyako previo paso por las orcas. De mediapunta zurdito mentiroso a mediapuntita zurdo mentiroso. Tanto monta, monta tanto.
El caso es que nada de lo que teatralizaron en mi cabeza los muñequitos de Inside out terminaría ocurriendo. Le saludé con un tímido ‘hola Enrique’ y puse todo mi empeño y esfuerzo en no trabarme al hablar y parecer imbécil. El caso es que, de haberlo hecho, hubiera conseguido generar tan bajas expectativas que solamente el hecho de vocalizar correctamente mi nombre para plasmarlo en el libro hubiera sido visto como un logro mayúsculo. Me reconoció por ser el mítico Pakinho, me dedicó el libro, yo le deseé suerte para el partido y me fui tan contento de vuelta a casa.
Querido Enrique, muchas gracias por la dedicatoria y por el ratito de charla.
Con afecto.
Paco (aka Pakinho)
La canción
#hoyospongo Fortunate Son de Creedence Clearwater Revival.
Este tema de 1969 pertenece a su álbum Willy and the Poor Boys y es otro melocotonazo de miedo.
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